viernes, 29 de octubre de 2010

Un paso, luego otro. Miro mis pies, encerrados en mis botas. Me detengo. El viento trae una hoja en ese instante y la sube a mi empeine. Yo sigo mi camino con delicadeza, y la hoja casi se ha puesto vertical, y cabalga muerta de risa y valiente mi pie.
Doblo en la esquina, entrando en la avenida, intentando que la hoja no se escape. Una señora pasa y me mira entre escandalizada y asustada. Ya ve, una chica tan joven así de loca...

La miro con la pierna izquierda levantada aún, pegando saltos cojos con mi hoja montada, y adivino su pensamiento en la mueca amarga de su rostro. "Lo que Ud. no sabe Sra,-le digo mirandola directo a los ojos, empezando a entrar en calor con el esfuerzo- es que la loca es Ud."


La señora, en vez de mirarme atónita sonríe como si supiera y me da la espalda.

"Si, SRA -le grito con una especie de actitud acosadora, por puro juego- está prisionera de sus imágenes: quién es, quien debe ser, cómo debe verse. ESTO NO TIENE IMPORTANCIA, SEÑORA, VEAAAAAA" Y un viejito me mira de soslayo y apura el paso para alejarse por las dudas.

Me sonrío con una pizca de melancolía abrupta e innecesaria.
Tanto miedo por el mundo suelto. Ni de vieja la gente pierde el miedo. Justamente cuando menos miedo uno debería tener, cuando más libre uno debería haberse vuelto..más fuerte aprieta.

Viejo y vulnerable. Y a merced de...

La hoja se me escapa junto con el silencio el doblar la esquina y mi mente sobrevuela vagamente cruentas historias en noticieros de viejos muertos a piñas por algún ladrón.

Las bocinas y los caños de escape rugen. El monstruo de la ciudad humana. Es una cosa viva porque es dinámica. Pero su circular es tóxico. Y sin embargo, cuando mi brazo tira de mic uerpo para subirme a un colectivo, mi vista divisa en el cielo una gran bandada de pájaros, volando a gran altura organizadamente, como una enorme punta de flecha.

Una mujer increpa desde la puerta de salida del colectivo al chofer. Lo ha llamado "MAMERTO". La miro sonriente y me mira con odio.

Me pregunto qué anda tan mal.

Me pregunto si siempre ha sido así. Y supongo, estimo, a pesar mio, que sí, definitivamente siempre ha sido así.

La queja es un deporte y un tapón con cadena como el del lavabo. Se tira de allí y corre la queja como agua, va al sumidero, decanta. El que se queja cree -muy en el fondo, tan lejos que no lo sabe- que con eso está haciendo catársis, deshaciéndose de vagos sentimientos de frustración, falta de poder sobre la propia vida, ira sorda... Pero no. Esa "agua de queja", agua sucia, turbia, podrida, va a lo hondo de si mismo.
Realimenta la frustración. Es un circuito cerrado.
A uno no le dicen esto de chico: las palabras, lo que se dice y lo que se hace tienen repercusión sobre uno. Nada dicho u hecho, crea uno en eso que dijo o hizo jam{as es en vano. Deja marca. Huella. Expedientes. Mancha o alegría.

Asi es como, decía, luego de escuchar intermitentemente a alguien quejarse durante una hora y media o dos, el paso siguiente en el fluir de las cosas -porque todo necesaria y continuamente fluye en una dirección u otra- es acelerarse, ponerse a hacer todo rápido cuando no es necesario ni hay razón, exaltarse -mucha felicidad sin razón, mucho enojo tampoco fundamentado...
Y frialdad creciente en los ojos. Por qué? Por la sencilla razón de que eso que se está pudriendo dentro de uno que genera los gases-queja ha sido realimentado reafirmando -valga la "re" dundancia- saturando el nivel tolerable. Se ha traspasado un umbral. Pasado ese umbral, solo resta correr de uno mismo para no sentir como un monstruo quejoso, pegajoso, pesimista y compulsivo se mueve dentro.

Correr equivale a estar siempre apurado sin necesidad, no poder dejar la mirada tranquila sobre algo más de dos segundos, no poder reir de nada honestamente, no poder "estar" presente verdaderamente en nada.

Se. Estas cosas se ven a diario.


Por eso, Señoras y Señores, declaro la guerra a la queja.

Pasemos a otro tema. Ya me queje de los quejosos. Y con ello he ocultado el hecho de que yo misma tenía ganas de quejarme de algo. Para tener tema para escribir. O porque ya estoy sabiendo que mañana voy a trabajar con alguien que se queja mucho continuamente.

El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Yo tiraría una gigante, para acabar con todo el asunto. Si soy hipócrita, que sea con tanta caradurez como sea posible.

Y luego me fumaría un pucho, me agarraría la panza y sonreiría a la cámara:
SI, YO ACUSO Y YO HICE LO MISMO. Y ME ENCANTA.

Y entonces, una otra yo hipotética, que en ese momento estaría sosteniendo la cámara horrorizada, preguntándose cómo es posible que la naturaleza permita la vida de parásitos como aquellos, cruzaría la calle -todo esto siendo filmado en algún desierto-mercado del Medio Oriente, por supuesto- y sería dramáticamente atropellada por un camello guiado por algún dealer de hashish. Al que por supuesto, le importaría un pito. Y en ello, vería la moraleja, mi otra/otro yo parásito, de que nada demasiado bueno en este mundo puede sobrevivir...a menos que se corrompa.

Y, en seguida olvidaría el asunto, de la misteriosa mujer-santa extranjera, que andaba en búsqueda de filmar la GRAN VERDAD con formato de documental de denuncia.

Se. Se.

NO-NO.

Atrás Satán. Atravesando un puente con calle, miro la ciudad lejana.
Michael estaría pensando en mi.
O tal vez no. Y qué importa. Si todos los hombres son iguales. Como gotas de un mar. De un mar tan salado que es imposible beber de él. Y yo vine muerta de sed. A este mundo desaforado. De-de-de ATCHIIISISSSSSSS!!! -estornuda ruidosamente Laura. Argentina, suspicaz e inocente. Joven. Dramática por aburrimiento.

Bless you, dice una voz masculina. Ella se da vuelta sobresaltada. El nota la reacción, y contrariamente a lo que haría un norteamericano promedio, le responde:
Don´t be afraid. I's just me. A young, lonely and bored man.

Ella sonríe, el sonríe contagiado.

Luego todo es una pelicula barata de Meg Ryan y el pelado que no me acuerdo como se llama y que bastante fulero es y fulero me remite a rulero y es el último parcial que rindo y no logro estudiar, quién podrá defenderme?


El Chapulín pelotudo!!!! Siganme los buenos. Y los sabuesos. Y las lombrices. En un cortejo fúnebre y natural. Entierren un pelo, una cebolla y una botella vacía de agua mineral. Esperen 50 años. Cuentenme qué pasa. No tiene sentido ni dirección romper con moldes es un estereotipo. Cómo rompo? En pañales oblicuos, cabía una entera. La zanahoria iracunda escupía fuego por las orejas y pantallas por la entrepierna. Qué clase de pañuelos usa un parlante con alergia de antorcha rockera, de encierro, de hondo hondo embole? Mis migajas se ha vuelto forma determinada, amasada por los dedos de mi ser, una noche de verano en una mesa de familia que festeja serena a la luz de estrellas sobre un mantel a cuadrillé. Qué delirio, qué trompeta.

Rompí algo? rompí?

Por que la gente siente tanto placer en ser siempre coherente, y tanto miedo en dejar de serlo??

Esa es una buena pregunta, a mi forma de ver.


Resquemor. Tengo resquemor. Resquemor me remite a noche, tembleque, aspereza, miedo débil, tonto, como injustificado.

Platea. Platea me remite a palco, a gran ópera, a escena de novela de Dostoievsky, a convenciones sociales y al temor de no concordar con estas... a mujer impresionable, profunda y sensible que lucha con fantasmas que aún no sabe que son creados por su imaginación. A tacos de plata.

Globo verde-aguamarina. Me remite a fiesta d elos 80's. A cocina o baño de los 80's. A calzas de mujer casada joven con un hijod e mi puta, y juntada posteriormente con un < buen tipo >, bigotudo y barrigón, que maneja taxi, la quiere y nada más. Y ella anda por ahí, todavía joven y bonita y algo histérica, taconenado con unas calzas verdi-aguamarina, algo brillantes, quejándose de que la plata no alcanza y de qué van a cocinar para fin de año cuando vengan los vecinos y la tía insoportable que siempre se queja de su comida. Pero se come todo. Obvio.

Mortaja. A gente que habla de muertos. De cajones y detalles de muertes. Esas cosas de las que jamás se me cruza por la cabeza hablar, ni siquiera pensarlas. Gente que comenta, especula: si fue a cajón cerrado era por tal cosa, que el que < acondicionó > el cuerpo era amigo del "colegio nacional" del muerto...y yo miro,escucho, los ojos grandes como una nenita, porque me causa una especie de fascinación extraña escuchar hablar así de esos temas.


Pico-dulce. Recreos de primaria. El jumper gris que picaba en la piel. El chico que me encantaba. Gusto a recreo.

sábado, 23 de octubre de 2010

Sin titulin

En un recreo de armarme mi disfraz apocaliptico para mi mejor fiesta de disfraces en años, voy a crear. Voy a deshacerme de toda la sarta de trivialidades opacas y muertas a las que me veo obligada a dedicar la preciosa vida 10 hs diarias y crear algo. Historias. De la nada. Vomitarlas. Cuadros, cuentos, fantasías, lo que me venga en gana. El mundo puede ser poesía, no poesía imbecil, poesia de fuerza, de espiritu, de locura, de cordura, de autenticidad, de frescura, de vida, de Dios.

Es indecible, la pasión que habita en mi alma es absolutamente intransmisible. No se que hacer con tanta intensidad. La bailo? la escribo? la canto? no puedo deshacerme de ella, me envuelve, me intoxica y me posee. Tanta energía viva circulando en mi interior.

La melancolía junto con la magia son mi debilidad. Hipnótica y sonámbula, me dejo llevar por ensoñaciones vagas y olvido el tiempo y el tiempo me olvida a mi.

He olvidado como se sentía estar conmigo misma. La libertad que se desprende de la propia invención, de perderse en los sueños. La libertad que se hila cuando el mundo precioso y puro interno se proyecta hacia fuera, y entonces se ve la belleza del mundo.

Entonces, en vez de viajar y ver humo y calles con gente dirigiéndose a sus destinos, se ven otras cosas. Se ve la extrañeza de lo usual. Los árboles violentados por el viento, parecen manos filtrándose con la fuerza invencible de la naturaleza por entre el asfalto, creación de la mente muerta del hombre.

La mente del hombre ha muerto. Nietzche dijo que Dios murió alguna vez; ahora le está tocando el turno a la mente.

Y yo renazco, y me deshago de a poco de prejuicios, de estructuras, boqueando el aire que entra por los espacios asfixiantes de las carátulas y los esquemas. Humanidad!!!!

He tomado una espada, creada con los materiales de la propia miseria producto de la falsedad construida con la que nos enseñan a vivir. Y con esa miseria vuelta arma, pugno por romper de a poco corazas y envolturas enceguedoras. He enloquecido de idiotez y no quiero más brutalidad de esa con la que se nos entretiene diariamente.

Estoy perdida pero se que voy a algún lado. Y apretando los dientes lucho con todas mis energías y el alma puesta en ello.

Pero no se aceptar el no comprender. Y mi espada sangra carne adquirida, y yo sudo de desesperación y esfuerzo. Y el miedo, el miedo me grita ensordecedor para espantar mi impulso genuino. Pero ya no hay vuelta atrás. Sólo puedo seguir rompiendo, rompiendome para hacerme de nuevo, desde cero, desde la inocencia y la lucidez.

Voy hacia atrás, pero con los ojos bien abiertos.

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domingo, 10 de octubre de 2010

Libertad

Uno a uno, observo los granos de arena del tiempo. Los hago reflejarse al sol, diminutos entre las yemas de mis dedos. Brillan, sin ser cristales. Son instantes. Un grano de arena: algunos millones de células de mi cuerpo se han generado, otros tantos millones han sido destruidas; algunas parejas alrededor del mundo han peleado, otras han descubierto traición, se han creado amistades de hierro, algunos han viajado en busca de algo, sin saber qué. O ha nacido amor.

El mundo gira inmutable, y yo observo mis granos de arena, mis granos de tiempo.
El tiempo corre lento cuando se está cerca de lo primordial, como cuando niño y en silencio. Tan lento, que de repente, atisbo la idea del infinito; la siento en carne. Maravillada por la sensación fugaz pero real, observo los hilos multicolor de polvo que flotan a la luz del sol.

Qué sentido tiene?

Y a modo de respuesta siento ese indefinible anhelo de libertad.
No se definir qué es ese anhelo, pero se que hay cosas que uno sabe sin saber cómo ni de dónde. Hay conocimiento que no se obtiene mediante la razón. Y hay conocimiento, que no se obtiene de la experiencia. Como cuando se sueña con algo que jamás se vio.

No se el sentido de la vida. Pero todo en mi pide libertad. Una especie de poder, casi abstracto que intuyo cómo se siente, y trato de encerrar en la palabra escasamente expresiva de "libertad".

Todo mi trabajo a fuerza de voluntad, ha sido siempre en esa dirección, y acabo de ser conciente de eso.

Mis preguntas, mis esfuerzos por buscar respuestas incesantemente, por entender, todo aquello que hice para deshacerme de la conciencia del ridículo, para deshacerme de mi timidez, para deshacerme de mi dificultad para decir que no si no deseaba una determinada situación, el evitar preocuparme por trivialidades, o comentarios, o por la ropa, o cualquier cosa material, mi búsqueda del amor, mi pasión por cantar y dibujar horas y horas y leer con avidez y viajar, por conocer gente, el hacer deporte, todo, todo, absolutamente todo en mi está motivado por esa sola cosa.
Por romper con moldes, con limitaciones, con prejuicios, con ignorancia, por hacer que ninguna cosa se interponga entre la libertad y yo.

Ni inseguridades, ni ninguna clase de miedo, ni vueltas, ni dudas. A todo o nada, hacia adelante,apretando los dientes a pesar y debido al temor, a conquistar mi libertad. Al desconocido, con fe de que aquello existe.

Y eso me empujó y empuja a buscar el quilibrio, la moderación, el dominio de mis sentimientos y de mi mente, y de mi cuerpo. No con una actitud represora ni tampoco con una actitud hedonista.
Sino con conciencia, con infinita dulzura, con sensatez y compasión por todos y por mi misma, con fe en que existe ese algo que presiento y no he conocido y de que es posible alcanzarlo.
Trabajo con paciencia para conseguir templanza. Y esta templanza, para no fundirme bajo la potencia de esa libertad a la que aspiro.

Es increible, pero toda pregunta surge de una realidad preexistente en uno.
La libertad no es una cuestión filosófica, es una realidad concretra si bien no tangible.

Y esto es posible ver muy bien en cualquier persona, en su actitud frente a la vida, su moverse, la luz o la falta de luz en sus ojos.

Con esta extraña urgencia de libertad, como un felino siempre a punto de tragarnos, porque la libertad pide espacio, los seres humanos venimos al mundo.
Nostalgia de algo que presentimos y desconocemos y lo peor de todo, tememos.

Ese anhelo ineludible de libertad lo traemos dentro, algunos son más concientes que otros.


Y así, en medio de la cotidianeidad, cumpliendo horarios y papelerio interminable, unos se sienten cómodos y otro no tanto. Y se sienten cómodos quienes temen más fuerte de lo que anhelan, y prefieren estarse quietos, anclados en lo conocido y en rutinas repletas de pequeños detalles.

Y sufren en mayor o menor medida otros. Porque frente al formidable grito interior del hombre, encuentran el sinsentido de los problemas cotidianos, banales e inodoros y ridiculos por contraposición.


Entre rústicos y sensibles, llorando a los gritos pero fuertes e inteligentes e ignorantes y llenos de este anhelo, venimos al mundo.
Con algo perdido en una mano, apretado con fuerza su recuerdo entre los dedos.
Los ojos cubiertos por innumerables paños, por lo que uno no recuerda donde ni como era aquello otro. El corazón palpitando transfigurado, temeroso y haciendo fuerza para parir valentía del mismo miedo. Y la otra mano, vacía: una posibilidad de encontrar algo.

Mi mano arde por encontrar.

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